Resumen del Apocalipsis por Capítulos
Acopalipsis es el Libro de la Revelación de Jesús. El autor de este libro se nombra al principio. Fue escrito por Juan. Podría referirse al discípulo amado que escribió el evangelio y las cartas de Juan. También podría ser un Juan diferente – un profeta judío mesiánico que viajó mucho y enseñó en la iglesia primitiva.
Sea cual fuere, Juan, deja claro en el párrafo inicial qué tipo de libro ha escrito. Él lo llama en primer lugar una revelación o apocalipsis. La palabra griega es Apocalipsis y se refiere a un tipo de literatura muy familiar a los lectores de Juan, de las escrituras hebreas y de otros textos judíos populares.
Escuche el capítulo 7 del Apocalipsis en el que se habla de los 144.000 de Israel
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El Apocalipsis relata sueños y visiones
Apocalipsis relata los sueños y visiones simbólicos de un profeta que reveló la perspectiva celestial de Dios sobre la historia y los acontecimientos actuales para que el presente pudiera ser visto a la luz del resultado final de la historia.
Juan dice que este apocalipsis es una profecía. Lo que significa que es la palabra de Dios hablada por medio de un profeta al pueblo de Dios, generalmente para advertir o consolarlos en un momento de crisis.
Al decir que este libro es de profecía, Juan dice que está en la tradición de los profetas bíblicos y está llevando su mensaje a un clímax. Esta profecía apocalíptica fue enviada a personas reales que Juan conocía. El libro abre y cierra como una carta circular que fue enviada a siete iglesias en la antigua provincia romana de Asia.
Recordemos que siete es un número significativo para Juan. Es un símbolo de plenitud basado en el ciclo del “Sabat” de siete días en el Antiguo Testamento. Y Juan ha entretejido el número siete en cada parte de este libro.
Con esta apertura, Juan nos ha dado una guía clara sobre cómo quiere que entendamos este libro. El apocalipsis judío se comunica a través de imágenes simbólicas y números. No es un código secreto predictivo sobre el momento del fin del mundo.
Juan está constantemente usando estos símbolos, que se extraen del Antiguo Testamento, y espera que sus lectores vayan a descubrir lo que significan dichos símbolos al buscar el texto aludido.
El hecho de que sea una carta significa que Juan está abordando la situación de estas iglesias del primer siglo. Por lo tanto, mientras este libro tiene mucho que decir a los cristianos de generaciones posteriores, el mensaje de los libros debe anclarse primero en el contexto histórico del tiempo, el lugar y la audiencia de Juan.
Esto nos lleva a la primera sección del libro: el mensaje de Jesús a las siete iglesias. Juan estaba exiliado en la isla de Patmos y tuvo una visión de Jesús resucitado exaltado como el rey del mundo, y que estaba de pie entre siete candeleros.
A Juan se le dijo que esto es un símbolo de las siete iglesias de Asia Menor, lo cual ha sido adaptado del libro del profeta Zacarías.
Y Jesús comienza a hacer frente a los problemas específicos que enfrenta cada iglesia: algunos apáticos, debido a la riqueza y la opulencia. Otros se vieron comprometidos moralmente. Su gente seguía comiendo comidas rituales paganas y teniendo sexo casual en los templos paganos.
Pero en otras de las iglesias sus miembros permanecieron fieles a Jesús y estaban sufriendo acoso e incluso persecución violenta. Jesús les advierte que las cosas van a empeorar. Una tribulación que viene sobre las iglesias y que les obligará a elegir entre la transigencia o la fidelidad.
Persecución de los cristianos
Por la época de Juan se aprobó el asesinato de cristianos por el emperador romano Nerón. Y la persecución de los cristianos por el emperador Domiciano probablemente estaba ya en marcha. Y así, la tentación era negar a Jesús, ya sea para evitar la persecución o simplemente para unirse al espíritu de la época romana.
Jesús los llama a la fidelidad para que puedan superar o literalmente conquistar. Jesús promete una recompensa para todos los que se mantienen fieles en estas iglesias. Cada recompensa se extrae directamente de la visión final del libro acerca del matrimonio del cielo y la tierra. Y así esta sección introductoria establece la tensión de la trama principal que impulsará la historia en este libro. ¿Permanecerá la gente de Jesús? ¿Van a heredar el nuevo mundo que Dios les tiene reservado?
Y ahora nos podemos preguntar: ¿por qué la fidelidad a Jesús está descrita como una conquista? El resto del libro es la respuesta de Juan a esta pregunta.
Después de esto Juan tiene una visión de la sala del trono celestial de Dios y lo describe con imágenes sacadas de muchos profetas del Antiguo Testamento. Alrededor de Dios están criaturas y ancianos que representan toda la creación y las naciones humanas y le están dando el honor y la lealtad al único y verdadero Dios Creador que es santo santo santo.
En la mano de Dios se encuentra un pergamino enrollado que está cerrado con siete sellos de cera. Simboliza el mensaje de los profetas del Antiguo Testamento y el pergamino sellado de las visiones de Daniel.
El cordero sacrificado
Estos tratan de cómo se establecerá el reino de Dios plenamente aquí en la tierra como en el cielo. Pero resulta que nadie es capaz de abrir el pergamino hasta que Juan oye de alguien que sí puede hacerlo: es el león de la tribu de Judá y la raíz de David. El sí puede abrirlo.
Estas son descripciones clásicas del Antiguo Testamento acerca del Rey Mesiánico que traería el reino de Dios a través de la conquista militar. Esto es lo que Juan escucha, pero luego cuando se da la vuelta, lo que ve no es un rey león agresivo sino un cordero sacrificado y ensangrentado que está vivo, de pie y listo para abrir el pergamino.
Ahora el símbolo de Jesús como un cordero inmolado, esto es de vital importancia para la comprensión del libro. Juan está diciendo que la promesa del Antiguo Testamento del futuro reino victorioso de Dios fue inaugurado por el Mesías crucificado.
Jesús venció a sus enemigos al morir por ellos como el verdadero cordero pascual para que pudieran ser redimidos. Debido a la resurrección, la muerte de Jesús en la cruz no fue una derrota, era su entronización y la forma con la que venció el mal. Esta visión concluye con el cordero junto con el que está sentado en el trono y juntos son adorados como el verdadero creador y redentor. Y ahora el cordero inmolado comienza a abrir el pergamino. Este es un símbolo de su autoridad divina para guiar a su conclusión la historia humana.
Siete sellos, siete trompetas y siete copas
Esto nos lleva a la siguiente sección del libro: los tres ciclos del siete: siete sellos, siete trompetas y siete copas. Y cada ciclo representa el reino de Dios y su justicia que viene aquí a la tierra, así como ya existe en el cielo.
Algunas personas piensan que los tres conjuntos de siete juicios divinos representan una secuencia lineal literal de eventos que, o bien sucedieron en el pasado o podrían estar sucediendo ahora en el presente o aún están por suceder en el futuro, cuando Jesús regrese.
Pero fijémonos como Juan ha entretejido todos los grupos de siete de manera que las siete copas finales salen de la séptima trompeta y el séptimo sello. Y como las siete trompetas emergen del séptimo sello. Son como las muñecas rusas: cada séptimo elemento contiene a los siguientes siete. Observemos también cómo cada una de las series de siete culmina en el juicio final y tienen conclusiones coincidentes.
Por lo tanto, es más probable que Juan esté usando cada conjunto de siete para representar el mismo período de tiempo, entre la resurrección y el futuro de Jesús, desde tres puntos de vista diferentes.
El cordero inmolado comienza a abrir los primeros cuatro sellos del pergamino y Juan ve cuatro jinetes. Es una imagen inspirada del libro de Zacarías, capítulo uno. Simbolizan tiempos de guerra, conquista, hambre y muerte. En otras palabras, un día trágico y promedio en la historia humana.
A continuación, el quinto sello, representa los mártires cristianos asesinados delante del trono celestial de Dios. Y el grito de su sangre inocente se alza delante de Dios como el humo del altar del incienso. Y se les dice que descansen porque aún más cristianos van a morir. No se nos dice por qué, pero se nos dice que no va a durar para siempre.
El sexto sello es la respuesta final de Dios a sus oraciones. Trae el gran día del Señor, que fue descrita en Isaías y Joel. El pueblo de la tierra clama ‘¿Quién es capaz de soportar y mantenerse en pie?’
En este punto, Juan detiene de repente la acción con un intermedio para responder a esta pregunta. Juan ve a un ángel con un anillo de sello, que viene para colocar una marca de protección a los servidores de Dios que están soportando toda esta dificultad. Juan escucha también que el número de los que son sellados es de ciento cuarenta y cuatro mil.
Es un censo militar como el que está en el Libro de Números, capítulo uno. Hay doce mil de cada una de las doce tribus de Israel. Fijémonos que el número de este ejército es lo que Juan escuchó. Al igual que escucho del león conquistador de Judá. Pero en ambos casos, lo que luego ve, tras darse la vuelta es el sorprendente cumplimiento de esas imágenes militares en Jesús, el cordero inmolado.
Así que, cuando ve a este ejército mesiánico del reino de Dios, ve que se compone de personas de todas las naciones que cumplen la antigua promesa de Dios a Abraham. Este ejército multiétnico del Cordero puede sostenerse delante de Dios debido a que han sido redimidos por la sangre del cordero.
Y ahora son llamados a conquistar. No matando a sus enemigos, sino sufriendo y dando testimonio al igual que el cordero.
Después de esto, el séptimo y último sello se rompe. Pero antes de que el pergamino sea abierto las siete trompetas de advertencia emergen y fuego es tomado del altar del incienso. Este simboliza el clamor de los mártires, que es derramado sobre la tierra y trae el día del Señor.
Las siete trompetas
Ahora, con las siete trompetas Juan retrocede y vuelve a contar la historia de nuevo. Esta vez con imágenes de la historia del Éxodo. Así que los primeros cinco sonidos de trompeta reproducen las plagas enviadas a Egipto. La sexta trompeta libera los cuatro jinetes que vinieron de los primeros cuatro sellos.
Y entonces Juan nos dice que, a pesar de todas estas plagas, las naciones no se arrepintieron. Al igual que el faraón no lo hizo en la historia del Éxodo. Parece que el juicio de Dios por sí solo, no va a llevar a la gente al arrepentimiento humilde delante de él.
Entonces Juan detiene de nuevo la acción con otro intermedio. Un ángel trae el pergamino sin sello que fue abierto por el cordero. Y al igual que a Ezequiel, a Juan se le dice que se coma el pergamino y anuncie su mensaje a las naciones.
Finalmente, el pergamino del cordero está abierto y ahora podremos descubrir cómo el reino de Dios vendrá aquí a la tierra. El contenido de los pergaminos se explica en dos visiones simbólicas. Primero Juan ve el templo de Dios y los mártires junto al altar y se le dice que mida el templo y los separe.
Es una imagen de protección tomado de Zacarías capítulo 2. Los Atrios de la ciudad son excluidos y son pisoteados por las naciones. Algunos piensan que esto se refiere literalmente a la destrucción de Jerusalén que ocurrió en el pasado o que ocurrirá en el futuro.
Pero entonces, de repente, aparece una bestia horrible. Recordemos Daniel, capítulo 7. Y la bestia conquista a los testigos y los mata. Pero es entonces cuando Dios los trae de vuelta a la vida y reivindica los testigos ante sus perseguidores.
El resultado final es que muchas de las naciones finalmente se arrepienten y dan gloria al Dios Creador en el día del Señor.
Ahora, detengámonos y pensemos en la historia hasta ahora: los Juicios de advertencia de Dios a través de los sellos y las trompetas no generó el arrepentimiento entre las naciones. Al igual que las plagas del Éxodo sólo endureció el corazón del faraón.
Pero el cordero conquistó a sus enemigos amándolos, muriendo por ellos. Y ahora el mensaje del pergamino del cordero revela la misión de su ejército, la iglesia.
El Reino de Dios será revelado cuando las naciones vean a la iglesia imitando el amoroso sacrificio del Cordero, no matando a sus enemigos, sino muriendo por ellos. Es la misericordia de Dios mostrada a través de los seguidores de Jesús que llevará a las naciones al arrepentimiento. Y esta afirmación sorprendente es el mensaje del pergamino abierto que Juan ha colocado en el centro exacto de todo el libro.
El Reino de Dios será revelado cuando las naciones vean a la iglesia imitando el amoroso sacrificio del Cordero
Después de esto suena la última trompeta y las naciones son sacudidas al venir el reino de Dios aquí sobre la tierra tal como está en el cielo. Así que ahora sabemos cómo la iglesia dará testimonio a las naciones y heredará la nueva creación.
Pero ¿quién era esa bestia terrible que libraba la guerra contra el pueblo de Dios? ¿Y cómo terminara toda la historia? Juan nos lo dirá en la segunda mitad del libro del Apocalipsis.
En el resto del libro, Juan dará su interpretación de esta bestia y su guerra contra el pueblo de Dios y cómo termina toda la historia.
Después de las siete trompetas, Juan detiene el ciclo de sietes con una serie de visiones que él llama «señales». La palabra significa literalmente «símbolos» y estos capítulos están llenos de ellos. Estas visiones exploran el mensaje del rollo abierto con mayor profundidad.
El primero de ellos revela la batalla espiritual cósmica que yacía detrás del sufrimiento de las siete iglesias bajo la persecución romana. Es una manifestación de ese antiguo conflicto que comenzó en Génesis capítulo 3. La serpiente, que representa la fuente de todos los males, se representa aquí como un dragón. Ataca a una mujer y su simiente. Representan el Mesías y su pueblo. A continuación, el Mesías vence al dragón a través de su muerte y resurrección y el dragón es arrojado a la tierra. Allí, el dragón inspira odio y persecución hacia el pueblo del Mesías. Pero ellos van a vencer al dragón, al resistir su influencia, incluso si este los mata. Juan está tratando de mostrar a las iglesias que ni Roma ni cualquier otra nación o ser humano es el verdadero enemigo. Hay oscuros poderes espirituales trabajando. Y los seguidores de Jesús anunciarán la victoria de Jesús permaneciendo fieles y amando a sus enemigos. Al igual que lo hizo el cordero inmolado.
El número 666
La siguiente visión de Juan vuelve a contar la historia del mismo conflicto. Esta vez con el simbolismo terrenal de las visiones animales de Daniel. Juan ve a dos bestias empoderadas por el dragón.
Uno de ellos representa el poder militar de las naciones que conquista a través de la violencia. La otra bestia simboliza la máquina propagandística de la economía que exalta su poder como si fuera divino. Estas bestias exigen una lealtad completa de las naciones y esto es simbolizado mediante la adopción de la marca de la bestia y su número, el 666, en la frente o en la mano.
Ahora bien, esta es una imagen infame y no vamos a descubrir su significado mediante la lectura de titulares de noticias. Juan está haciendo aquí una clara referencia al hebreo del Antiguo Testamento. En primer lugar, esta marca es el anti-Shema. La escritura en la frente y en la mano, es una clara referencia al Shema: una antigua oración judía de lealtad a Dios, que se encuentra en el libro del Deuteronomio. Esta oración también fue escrita en la frente y en la mano como un símbolo de dedicar todos sus pensamientos y acciones al único Dios verdadero.
Ahora bien, las naciones rebeldes demandan lealtad hacia sí mismas y obligan a todos a decidir a quién van a seguir. Luego está el número de la bestia, que ha fascinado a los lectores desde hace miles de años. Pero esto no era un misterio para Juan. Él hablaba hebreo y griego. Y letras hebreas eran también números. Si deletreas las palabras griegas «Neron Cesar» y la palabra «bestia» en hebreo, cada una equivale a 666.
A pesar de esto, Juan no está diciendo que Nerón era el único cumplimiento de esta visión. Neron es sólo un ejemplo reciente del antiguo patrón presentado por Daniel, en las que las naciones se convierten en bestias cuando exaltan su propio poder y seguridad económica como si fuera un dios falso y entonces demandan total lealtad de las demás naciones.
En este sentido, Babilonia era la bestia en el tiempo de Daniel. Pero este imperio fue seguido por Persia, luego Grecia y ahora Roma en los días de Juan. Y así sucesivamente para cualquier nación posterior que actúa de la misma manera.
De pie en oposición a las naciones bestiales y el dragón está otro rey. Es el Cordero inmolado. Está con su ejército que han dado sus vidas para seguirlo. Y desde de la Nueva Jerusalén, su canto de victoria se propaga a las naciones en lo que Juan llama «el evangelio eterno». Y llaman a todos a arrepentirse y adorar a Dios y a salir de Babilonia que va a caer. Sus días están contados.
El Juicio final
A continuación, Juan ve una visión del juicio final. Esta simbolizado por dos cosechas. Una es una buena cosecha de cereales mientras el Rey Jesús viene a reunirse con su pueblo fiel. La otra es una cosecha de uvas de vino. Representa la intoxicación de la humanidad con el mal. Ellos son llevados a la prensa de vino y pisoteados.
A través de todas estas visiones de signos, Juan está colocando una clara elección ante las siete iglesias. ¿Resistirán la tentación de Babilonia y seguirán al Cordero? ¿O seguirán a la bestia y sufrirán su derrota?
Ahora que la elección es clara, Juan vuelve a reproducir el ciclo final de siete juicios divinos, simbolizado como derramando siete copas. Ahora sabemos por el pergamino del Cordero y por las visiones de las señales que muchas de las naciones se arrepienten. Sin embargo, así como las plagas del Éxodo se repiten y se vierten a través de las copas, hay muchas personas que no se arrepienten. Se resisten y maldicen a Dios al igual que el faraón.
Todo esto conduce a la sexta copa formada por el dragón y la bestia, que reúnen a las naciones para hacer la guerra contra el pueblo de Dios en un lugar llamado Armagedón. Esto se refiere a una llanura en el norte de Israel, donde se libraron muchas batallas por parte de Israel contra naciones invasoras.
La sexta copa
Algunas personas piensan que esta sexta copa se refiere a una batalla real futura. Otras personas piensan que es una metáfora de la justicia final de Dios sobre el mal. De cualquier manera, Juan claramente tomó imágenes del libro de Ezequiel sobre la lucha de Dios con Gog. Gog era el símbolo de Ezequiel de las naciones rebeldes que se reunieron delante de Dios para enfrentarse a su justicia. Y eso es lo que viene en la séptima copa. Es la cuarta y última representación del día del Señor cuando el mal de las naciones es derrotado de una vez por todas.
Finalmente, Juan ha elaborado completamente el mensaje del pergamino abierto del Cordero. Y ahora vuelve a desarrollar tres temas clave que ha introducido anteriormente: la caída de Babilonia, la batalla final para derrotar el mal, y la llegada de la nueva Jerusalén. Y cada uno de ellos explora la venida del reino de Dios desde un ángulo diferente.
Primero, la caída de Babilonia. Un ángel le muestra a Juan una mujer impresionante que está vestida como una reina. Sin embargo, se encuentra ebria de la sangre de los mártires y de todas las personas inocentes. Está sentada sobre la bestia dragón mencionada en las señales de la visión. Es un símbolo de las naciones rebeldes. Y se llama Babilonia, la prostituta.
Los símbolos detallados de esta visión eran muy claros a los primeros lectores de Juan. Lo está personificando en el poder militar y económico del Imperio Romano. Pero también está haciendo algo más. En esta visión, Juan mezcla las palabras y las imágenes de cada pasaje del antiguo testamento acerca de la caída de la antigua Babilonia, de Tiro y Edom.
Juan muestra cómo Roma es simplemente la versión más reciente del arquetipo del Antiguo Testamento, de la humanidad en rebelión contra Dios. Ellos se unen y forman naciones que exaltan su propia seguridad económica y militar en un dios falso. Esto no es algo limitado para el pasado o el futuro. Es un retrato de la condición humana a través de la historia. Babilonias van y vienen hasta el día en que Jesús vuelva para reemplazar a Babilonia con su reino.
Pero ¿cómo vendrá el reino de Jesús? Hasta este punto, el día del Señor ha sido representado como un día de Fuego, o un terremoto o una cosecha y ahora se presenta como una batalla final y se remarca dos veces, resultando en la reivindicación de los mártires.
Ahora Juan nos lleva de vuelta a la sexta copa donde las naciones se reúnen para oponerse a Dios. Y de repente, aparece Jesús. Él es el gran héroe. Él es la Palabra de Dios montado en un caballo blanco y él está listo para vencer el mal del mundo. Pero ahora fijémonos bien: Resulta que Jesús está cubierto de sangre antes incluso que la batalla comience. Eso es porque se trata de su propia sangre. Y su única arma es la espada de su boca. Es una imagen adaptada de Isaías. Juan nos dice que el Armagedón no será un baño de sangre. Al contrario, el mismo Jesús que derramó su propia sangre por sus enemigos ahora viene proclamando justicia. Él les va a pedir cuentas a los que se niegan a arrepentirse de las formas en que han participado en la destrucción del mundo bueno de Dios. Resulta que el fuego del infierno destructivo que ellos han desatado en el mundo de Dios justamente se convierte en su propio destino designado por Dios.
Después de esto, Juan ve una visión de los seguidores de Jesús que han sido asesinados por Babilonia. Son resucitados y reinan con el Mesías durante 1.000 años. Después de esto, el dragón que inspiró la rebelión de la humanidad contra Dios junta a las naciones del mundo para rebelarse contra el reino de Dios. Pero ante el trono de la justicia de Dios, todos se enfrentan a las consecuencias de la derrota eterna. Y así las fuerzas del mal espirituales y todo el mundo que no quiere participar en el reino de Dios son destruidos. Se les da lo que quieren: existir por ellos mismos y para sí mismos.
De esta manera, el dragón y Babilonia y todos los que los eligen son aislados eternamente. Nunca más capaces de corromper la nueva creación de Dios.
Ahora bien, hay mucho debate acerca de la relación de los 1000 años con estas dos batallas. Hay algunos que piensan que se refiere a una secuencia cronológica literal: el regreso de Jesús, seguido de un reino de mil años en la tierra llamada el Milenio, seguido por el juicio final de Dios. Otras personas piensan que los mil años son un símbolo de la presente victoria de Jesús y los mártires sobre el mal espiritual, y que las dos batallas representan el futuro retorno de Jesús desde dos ángulos diferentes.
Cualquiera que sea la postura que se tome, el punto principal es claro: cuando Jesús regrese como rey, va a lidiar con el mal para siempre y reivindicará a aquellos que han sido fieles a él.
El libro concluye con una visión final del matrimonio del cielo y la tierra. Un ángel muestra a Juan una novia hermosa que simboliza la nueva creación que ha venido a unirse para siempre con Dios y con su pueblo de la alianza. Dios anuncia que ha venido a vivir con la humanidad para siempre y que Él está haciendo todas las cosas nuevas.
La visión de Juan es un caleidoscopio de las promesas del Antiguo Testamento. Este lugar es un cielo y una tierra nuevos, una creación restaurada que ha sido sanada del dolor y la maldad de la historia humana. Es también un nuevo Jardín del Edén, el paraíso de la vida eterna con Dios. Pero no simplemente un regreso al jardín. Es un paso adelante hacia una nueva Jerusalén, una gran ciudad donde las culturas humanas en toda su diversidad trabajan juntas en paz y armonía ante Dios.
La nueva humanidad
Y finalmente, el giro más sorprendente de todos: en la nueva creación, no hay construcción de templos, porque la presencia de Dios y el Cordero que antes se limitaba al templo, ahora impregnan cada centímetro del nuevo mundo. Y allí hay una nueva humanidad, cumpliendo la vocación que se les dio a los primeros humanos en la primera página de la Biblia: gobernar como imagen de Dios, colaborar con Dios en dirigir esta nueva creación hacia un territorio nuevo y desconocido. Y así termina el Apocalipsis de Juan y la historia épica de toda la Biblia.
Juan no escribió este libro como un código secreto para que podamos descifrar el tiempo del regreso de Jesús. Es una visión simbólica que produjo un reto y trajo esperanza a las siete iglesias del primer siglo y después de ellas a cada generación de cristianos. Nos revela el patrón de la historia y la promesa de Dios: que cada reino humano eventualmente se convierte en Babilonia y que debe ser resistido en el poder del Cordero inmolado.
Pero hay una promesa: Jesús, que amó y murió por este mundo, no permitirá que Babilonia se salga de control. Él regresará para eliminar el mal de su mundo bueno y hacer nuevas todas las cosas. Y esta es una promesa que debe motivar a cada generación del pueblo de Dios a ser fieles hasta el retorno del rey. Y de esto trata el libro del Apocalipsis.
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